Es conocido por todos la frase con la que se inicia este artículo, es por ello que intentaré dar una explicación lo más pormenorizada posible acerca de qué es un psicólogo, para que sirve, y por qué sería bueno solicitar sus servicios cuando proceda.
Un psicólogo es una persona como otra cualquiera pero, y aquí está la clave, se dedica al estudio, la comprensión, y la modificación del pensamiento y la conducta de los humanos. Incido en lo de humanos porque se podría generalizar al campo de la etología, que si bien compartimos muchas cuestiones, de todos es sabido que la complejidad humana no tiene parangón.
Cuando hablamos del estudio, comprensión y modificación del pensamiento y la conducta humanas, nos estamos refiriendo a una ciencia. La psicología como tal es una ciencia y por ello aplica el método científico. También todas las técnicas y terapias son sometidas a continuas revisiones y, para poder ser aceptadas, deben tener diferentes grados de significación estadística. De aquí se desprende el término ya conocido de “psicología basada en la evidencia”, con el cual muchas personas están familiarizadas.
El estudio de la mente y el comportamiento desde una perspectiva científica incluye un amplísimo despliegue de estudios, análisis, revisiones, pruebas biológicas, teorías, hipótesis, etc. Con esto quiero decir que los psicólogos no somos unos gurús, ni adivinos, ni pseudocientíficos (como algunas corrientes que circulan por ahí haciendo su particular agosto a costa de la falta de información del público en general).
La parte biológica es muy importante, pues nos permite ver cómo funcionamos por dentro en tiempo real, qué partes de nuestro cerebro y nuestro cuerpo se activan bajo determinados estímulos, cómo influyen los medicamentos, drogas, etc, en nuestro comportamiento y un sinfín de cuestiones más totalmente imprescindibles para la comprensión del funcionamiento humano.
Somos un cuerpo y una mente, y ambos interactúan constantemente. A estas alturas esto no se puede discutir puesto que la ciencia, a la cual pertenecemos, lo ha demostrado constantemente y continúa haciéndolo.
¿Cómo funciona a grandes rasgos el método científico?: Sería poco realista intentar describir en un artículo el citado método, pero lo voy a intentar de la forma más sencilla y breve posible (cierto es que la descripción sirva únicamente para hacerse una ligera idea de lo que es). Tenemos una hipótesis, realizamos un diseño en el cual se intentan controlar todas las variables posibles, cogemos una muestra representativa, y ahora intentamos echar abajo esa hipótesis por todos los medios posibles. Si no lo conseguimos, la damos por válida de momento. Ahora escribimos todo, absolutamente todo lo que hemos realizado, las pruebas, las variables que no se han podido controlar, etc. Lo ponemos a disposición de la comunidad científica y cualquier persona que esté capacitada para ello, puede replicar exactamente la investigación, análisis, experimento, etc, que se ha realizado, aportar nuevos datos y nuevos resultados.
Esto hace que el conocimiento se esté enriqueciendo constantemente. Es por ello que decimos que no existen las verdades absolutas.
Ahora que ya he explicado cómo funciona el método y por qué la psicología es una ciencia, paso a relatar el por qué todos necesitamos de vez en cuando la ayuda de un profesional.
Tener problemas psicológicos es algo totalmente normal en todos y cada uno de nosotros. La diferencia está en el grado, la interferencia que ello está produciendo en nuestras vidas y, lo que es peor, en nuestra salud.
La sociedad en la que vivimos ha cambiado y evoluciona a un ritmo frenético, nosotros no estamos preparados para esto. Los oficios han cambiado, la manera de relacionarse, de salir, de viajar, etc. Es por ello que si continuamos haciendo las cosas y pensando como cuando la vida iba despacio, los trabajos eran manuales, los roles sociales eras diferentes, etc, vamos a tener muchos problemas porque no conseguimos adaptarnos al entorno. Aquí es donde entra el psicólogo a trabajar y, en unas pocas sesiones, nos pone los pies en la tierra y nos enseña a leer el mapa con el que nos tenemos que orientar en nuestras vidas (siempre que queramos cambiar algo, por supuesto).
También están los problemas por pérdidas, adicciones, trastornos de la alimentación, y un sinfín de ellos más. Algunos están relacionados con la época que nos ha tocado vivir y otros no, pero todos ellos están lo suficientemente estudiados como para ponerles remedio y mejorar notablemente la calidad de vida de las personas.
Hablo de calidad de vida sí, porque la calidad de vida no es más que sentirse bien con lo que uno hace, disfrutar de una manera adaptativa de nuestras vidas, sonreir, llorar, bailar, soñar… Eso sí, todo ello de forma que la sonrisa de hoy no precipite una lágrima mañana y, que en caso de ello, sepamos afrontar esa lágrima de la mejor forma para nosotros y para los que nos rodean.
Esto que acabo de relatar no es ni más ni menos que lo que por todas partes nos venden, la felicidad. Con un gran diferencia, y es que no tenemos que comprar nada para ello porque la felicidad es algo que tenemos dentro y que sólo nosotros podemos hacer que nos acompañe a lo largo de nuestras vidas. Es por esto que cuando escucho decir “yo no necesito un psicólogo”, simplemente sonrío.