Después de un mes de confinamiento, esto es uno de los pensamientos que más nos acechan al final del día. –¡Hoy no he hecho nada!
Al principio puede que te hayas tomado esta situación como un desafío, como una oportunidad, hasta nos motivaba poder Parar, cambiar la rutina, crear nuevos hábitos, planificar pequeños objetivos, tener todo el tiempo en nuestras manos…pero ¿y ahora?
Todo ha pasado tan rápido, si ni si quiera llevaba la cuenta de los días, todos son iguales, ya no sabes si vives en Lunes o esta es una eterna tarde de Domingo.
Tal vez, está durando más de lo que esperábamos, más de lo que te imaginabas…y para colmo, tu lista de actividades a empezar, sigue igual:
- Aprender un idioma nuevo
- Tocar la guitarra
- Hacer Manualidades
- Ordenar la casa
- Cocinar
- Estudiar
Estes son algunos de los retos que pensábamos que ya los tendríamos dominados y parece que lo único que funciona es:
- Hablar de lo mismo
- Escuchar una y otra vez tu música favorita o incluso volver al pasado con la misma sintonía melancólica
- Acumular en casa cartón para cuando comiences esa manualidad
- Tener la casa echa una leonera…
- Y cocinar sí, si lo traducimos en comer, comer y comer…
¿Y ahora qué? Hemos leído un sinfín de propuestas que nos ayudaban a organizar este maravilloso tiempo de confinamiento, ¡A la mierda el positivismo! ¡Estamos Aislad@s! Llamémosle por su nombre, encerrad@s. Yo misma, he escrito con anterioridad, que esto iba a ser mi gran oportunidad de ponerme al día con todo, de ser creativa, de disfrutar de mí, me, conmigo…y al final…una se acaba cansando hasta de sí misma. ¿Por qué?
Esa no es la pregunta, sino ¿POR QUÉ NO? Deja de controlar todas esas emociones y aprendamos a vivir con ellas, a hablar sin tapujos de lo mal que lo estamos pasando, a gritar ECHO DE MENOS…porque sí, echamos de menos.
Echamos de menos el aire, el sol, el mar…
Echamos de menos a la Familia y a los Amig@s, incluso al/a compañero/a con el que discutíamos en el trabajo.
Echamos de menos el contacto con tacto, si hasta echamos de menos ese Empujón que nos da Ganas.
Lo sé, tanto… -¿y ahora qué? ¿qué puedo hacer? Si es que no hago nada…
HACES, pero no lo valoras. Estás en casa, protegiéndote y protegiendo a los demás. Si, hablo de ti, que tienes todo el día por delante y te pones expectativas y listas de cosas a hacer que día tras día no puedes cumplir. ¿Y qué?
Tener tiempo no significa producir y no producir no significa inutilidad. Quizás lo que necesitemos sea más de:
- Porque ahora puedes dormir esas 8-9 horas que tanto te han recomendado, ¿qué no puedes?, prueba esa relajación, date el baño de espuma y música que tanto deseabas, a lo Pretty Woman.
- Cuidados y Mimos. Nunca desestimes un buen masaje, un buen dulce, ese capricho que te prohíbes, puede ser lo que necesites, Quererte también es útil y productivo.
- Piérdete en el Sofá. Si casi lo tenías sin estrenar, coge tu mantita, múllete entre los cojines y haz maratones de tu serie favorita. ¿Qué es una pérdida de tiempo? ¿Por qué? Si te apetece, házlo. Rumiar, es de vacas.
- Acompáñate. “La peor soledad es la que llevamos dentro.” Estar, ya es algo.
- No haga nada No hacer nada también está bien. Tranquilidad ante todo, después del ritmo que llevabas, el tiempo también está para sentirlo.
No invisibilices lo que haces, porque levantarse, pegarte una ducha, leer, ver tus series, jugar, volver a ser niño/a, perder responsabilidades también es productivo, diría que es incluso Sano. Es bienestar para ti y los que te rodean. Así que:
-¿Qué has hecho hoy?
– He respirado, he vivido, estoy existiendo.
#todosaldrábien
#quédateencasa
#nohagasnada